La adolescencia: la edad del primer amor, el más intenso, el que marca para siempre. Y en el caso de Max, un amor que cruzará continentes y océanos para encontrar a quien hay que encontrar.

Dicen que la adolescencia es la edad de los descubrimientos y de la angustia. Max lo sabe bien esto. Con catorce años acaba de ver cómo su vida da un giro inesperado: a su padre le han encargado la reforma de un faro en una isla remota y durante unos meses toda la familia se instalará allí.

Justo ahora que Max empezaba a tener amigos en el instituto —aunque una parte de la clase se había encargado de darle a conocer una palabra que le tortura, body shaming—, justo ahora que había comenzado una relación especial con una chica —aunque todavía no le habían puesto nombre a lo que sentían el uno por el que oyeron el uno por el que por ahora le oyeron el uno por lo ha consultado si quería.

Pero Max todavía no sabe que la adolescencia también es la edad del primer amor, el más intenso, el que marca para siempre. Y que, cuando es necesario, el amor mueve montañas, atraviesa continentes, océanos si es necesario, y encuentra a quien hay que encontrar.

Novela ganadora del premio Joaquim Ruyra 2022