«Esta es mi casa. Mi casa es tan helada en invierno que debemos encender la calefacción, y tan calurosa en verano que debemos abrir todas las ventanas para que corra el aire. Hay vueltas que hace tanto calor que debemos ir a casa Iaia a ponernos bajo la manga de agua, o ir al Club de Campo a meternos en la piscina a remojo. En mi casa vivíamos mi padre, mi madre y mi hermana María, pero ya no».

Los padres de nuestro protagonista han sido los primeros en estrenar la ley del divorcio en el pueblo, y como muchos de los vecinos, el pequeño Enric tampoco acaba de entenderlo del todo. Este libro es un viaje a través de la mirada tierna e inocente de un niño en un mundo de adultos que se hunde, y sobre la rabia, la impotencia y la tristeza que esto desencadena.

La novela reflexiona sobre el lugar que debe ocupar un niño en el mundo. Habla de las madres presentes y de los padres ausentes, de qué es un hombre y de qué se supone que debe hacer un hombre, de qué es una mujer y de qué se supone que debe hacer una mujer. El hombre de la casa es un homenaje literario a su madre, que tuvo que asumir su rol obligada por un contexto limitador.