Unas cascadas en una fotografía de familia, ansiolíticos en el cajón, una casa de arena y una basura, el mar, un alienígena y una virgen encontrada en el bosque, una tienda de primera línea de playa, una bola de fuego en el pecho y unos personajes que se encienden de deseo y de rabia, se defienden, buscan refugio, buscan refugio llevar, estrangulan gritos y ríen fuera de lugar. Los cuentos de Un gato negro en el jardín están escritos con delicadeza, una lengua poderosa y una mirada sobria, y comparten imágenes y atmósferas, y protagonistas que se esfuerzan hasta lo absurdo por adaptarse a su realidad y por entender los mecanismos de las relaciones con los demás. El jurado destacó «el estilo depurado, que fluye perfectamente bien, la lengua exprimida y expresiva, la voluntad de decir sin enseñarlo todo, y la melancolía que impregna todos los cuentos de unos personajes femeninos que están acabando la juventud y todavía no han encontrado su lugar en el mundo, que aman a sí mismo, como aman a hombres, adentro».